miércoles, 26 de septiembre de 2012

Meditación

meditación sentada de Hommer Sipsom
 Este pasado domingo se me ha chafado el plan. Íbamos a escalar, pero la hija del compañero se ha pasado la noche vomitando y no ha podido ser.

Me gusta escalar por muchas razones  que no vienen a cuento. Lo que sí es importante, es la conversación mantenida en varias ocasiones con un amigo, con el que escalo habitualmente. Como es una actividad que en ocasiones requiere desplazamiento hasta la pared, da pie a charletas. A veces hablando de como "andamos" por el mundo, con prisas, estrés, le digo que en ocasiones hay que desconectar, que para ello, entre otras cosas se puede meditar, hay cantidad de técnicas de meditación, algunas son pasivas y otras dinámicas. A mí personalmente me vienen mejor estas últimas.

Al grano, me dice que él, que no realiza ninguna técnica de estas,  cuando escala logra ese estado, o eso que se busca en la meditación. Y claro, eso es así en algunas ocasiones. No piensas en nada, mueves un brazo ó pie, a veces parece que se mueve en automático. Después de dar el paso te preguntas ¿como lo he hecho?. Te concentras, aunque esta no es la palabra correcta, en el siguiente paso, oyes el ruido metálico del mosquetón al pasar la cuerda, sientes la textura de la roca, si está caliente o fría. No piensas, solo escalas. Si esto es así, estás meditando. También por esto me gusta tanto.

Pero que más quisiéramos los dos, muchas veces sucede que cuando mueves el pie para dar el paso te dices a ti mismo:  vaya leñazo que me voy a dar como se me vaya el pie. Como patina, como me duele, que fría está, que calor tengo, puff que lejos está la reunión, no sé si voy a llegar....piensas y juzgas, te vas al futuro, y entonces ya no meditas.

Para aclarar este concepto, meditación, voy a citar a varias personas, reconocidas mundialmente, que nos explican lo que es para ellos meditar. Hay muchísimas maneras de definir, ver, tratar el concepto meditación, a mí me convencen y participo de  las siguientes:

Cito unas frases del libro "El Poder del ahora", de Eckhart Tolle:
"...Así, cuando escuchas un pensamiento, no solo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia. Cuando escuchas el pensamiento, sientes como si hubiera una presencia consciente -tu yo profundo- por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.
Cuando el pensamiento se aquieta, experimenta una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de 'no mente'. Al principio la brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirse unido al Ser, generalmente nublado por la mente. Con al práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser.
No se parece en nada a un estado de trance, en absoluto. Aquí no se pierde la conciencia. De hecho, ocurre más bien lo contrario. Si el precio de la paz fuera una disminución de la conciencia y el precio de la quietud fuera una falta de vitalidad y de alerta, no merecerían la pena. En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era 'tu identidad'. Esa presencia es esencialmente tú, y la mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú. Lo que estoy tratando de transmitir aquí puede sonar paradójico e incluso contradictorio, pero no encuentro otro modo de expresarlo.

En lugar de 'observar al pensador', también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente. Esto es algo profundamente satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Esta es la esencia de la meditación.
Puedes practicar esto en tu vida cotidiana tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente solo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en si misma. Por ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. Mantente totalmente presente. O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etcétera. O cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia. Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior."

Ahora unas palabras de Jiddu Krishnamurti:
 "...Espero que estén siguiendo todo esto. A menos que las células cerebrales mismas sean asombrosamente sensibles, vitales y alertas, que no estén endurecidas, ni golpeadas, ni agotadas, ni especializadas en un sector particular del conocimiento, a menos que sean extraordinariamente sensibles, no pueden estar quietas. Por consiguiente, el cerebro debe estar quieto y, no obstante debe ser sensible a cada reacción, debe estar atento a toda la música, a los ruidos, a los pájaros, escuchando estas palabras, contemplando la puesta de sol, sin presión ninguna, sin tensiones, sin influencias. El cerebro debe estar muy quieto, porque sin quietud, quietud no inducida, no producida artificialmente, no puede haber claridad. Y la claridad puede llegar sólo cuando hay espacio. Ustedes tienen espacio en el momento en que el cerebro está absolutamente quieto y, no obstante, altamente sensible, no apagado. Por eso es muy importante lo que hacen todos los días. El cerebro se halla embrutecido por las circunstancias, por la sociedad, por los trabajos que ustedes realizan y por la especialización, brutalmente molido por sus treinta o cuarenta años en una oficina -todo eso destruye la extraordinaria sensibilidad del cerebro-. Y el cerebro debe estar quieto. A partir de ahí, toda la mente, en la cual está incluido el cerebro, es capaz de estar completamente silenciosa. Esa mente silenciosa ya no busca, no espera experiencias; no experimenta nada en absoluto. Confío en que comprendan todo esto. Tal vez no lo comprendan. No importa, simplemente escuchen. No se sientan hipnotizados por mí, sino presten atención a la verdad de esto. Quizás entonces, cuando estén caminando por la calle o se encuentren sentados en un autobús o contemplando un torrente o un campo sembrado de arroz verde y abundante, esto llegue inadvertidamente, como un susurro desde una tierra muy remota. Así, la mente queda en completo silencio, sin ninguna forma de presión, de compulsión. Este silencio no es algo producido por el pensamiento, porque el pensamiento ha cesado, toda la maquinaría del pensamiento ha llegado a su fin. El pensamiento debe terminar; de los contrario, producirá más imágenes, más ideas, más ilusiones, más, más y más.
...Debido a que está por completo quieta, naturalmente silenciosa, a que ustedes han echado los cimientos correctos, la mente se halla relacionada de manera directa con la vida, no esta divorciada del vivir cotidiano. Si la mente ha llegado hasta ahí, ese movimiento es creación. Entonces no hay ansiedad por expresarse, porque una mente en estado de creación puede expresarse o no expresarse. Ese estado de la mente que se halla en completo silencio tiene su propio movimiento; esa mente se moverá en lo desconocido, en aquello que es innominable.
Por consiguiente, la meditación que ustedes practican no es la meditación de que estamos hablando, la cual existe de lo eterno a lo eterno, porque uno ha echado los cimientos no en el tiempo sino en la realidad."

Otra manera de verlo es como una disciplina con la que logramos la quietud o silencio necesario para conseguir comunicarnos con nuestro Ser, Maestro Interior o como quieras llamarlo.

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